EL MUNDO, EL DEMONIO Y LA CARNE
“¡Sí! Lo que oyen: el mal existe”
Sí. Pero aquí estamos. Todo el
mundo lo sabe pero no lo quiere reconocer. Los grandes males del hombre son los
más populares hoy en día: el mundo, el Demonio y la carne.
El infierno es haber
perdido la esperanza.
A todo el mundo le gusta. ¡No!
Eso es mentira pura y dura. Ahora bien, otra cosa ya es que seas capaz de
evitar dichas tentaciones.
Perdonad si con la imagen me he
pasado.
El mundo
Con el mundo uno no se refiere a
toda la gente que lo forma, sino que es el ambiente anticristiano que
hay actualmente. Que si la gente se olvida de Dios, que si la gente solo piensa
es conseguir cosas materiales, que si… Es el mundo que entra en las familias
que son cristianas (y en las comunidades cristianas) y lo destroza todo.
Los niños son la esperanza
del mundo.
Ojo por ojo, y el mundo
acabará ciego.
El Demonio
Principal responsable del Pecado
Original, ¿o no? Es discutible. Nuestros primeros padres también tuvieron algo
que ver… ¿eh? Bueno, a lo que voy es que el Demonio no descansa nunca y
no descansará hasta que consiga hacer que te vayas con él al inframundo. El Demonio no puede hacernos
daño en nuestro entendimiento ni en nuestra voluntad, porque Dios se las ha
reservado como su santuario, es decir, que el Demonio solo puede “entrar” hasta
un determinado limite, solo Dios puede llegar a nuestra alma. No el Demonio.
No se reza a Dios para que
nos salve del peligro, sino para que nos dé el coraje de enfrentarnos a él
La carne
Enemigo interior que llevamos
siempre en nosotros mismos. La carne es el amor desordenado de los placeres de
los sentidos, es decir, el mal uso que se le hace al amor, claro ejemplo es el sexo crudo (ya sabéis a qué me refiero, no hace falta explicaciones). Debemos
atar y dominar interiormente todos los deseos impuros y desordenados que
sentimos en nosotros, porque al final caeremos en el pecado de la carne. Con la
carne hay un deseo inmoderado de ver, de oír, de desear, de tocar cosas o
persona de forma impura. Se puede parar con ayuda de Dios o, simplemente,
olvidándose de ello y viviendo sin, por así decirlo, saber que existe.
Así, podemos decir que el arma
más importante de combatir estos tres males es…:
EL SANTO ROSARIO